viernes, 1 de febrero de 2008

A DIOS LO QUE ES DE DIOS

Que difícil es ser cristiano en España en esta época. La jerarquía eclesiástica, tan lejos siempre del sentir de la inmensa mayoría de los católicos, vuelve a la carga, si es que en algún momento en estos cuatro años no ha estado en las trincheras más recalcitrantes, en contra del gobierno que democráticamente eligieron más de once millones de españoles, por cierto cristianos en su mayoría si atendemos a las partidas bautismales y a los estudios de opinión en los que cada uno se autodefine desde el punto de vista religioso.

Con gran esfuerzo se podría entender que desde planteamientos exclusivamente morales los líderes de una de las confesiones de este país cruzaran la frontera constitucional entre Iglesia y Estado e intentaran influir en la política y, por lo tanto, convirtiéndose en actores políticos, los obispos entraran en el juego de dar y recibir en una sana dialéctica. El problema es que la jerarquía católica tiene la lengua de hierro y el tímpano de cristal y sus miembros no tolerarán jamás que un partido los juzgue desde planteamientos políticos. Recuerden aquello de "ustedes hagan lo que yo diga y no lo que yo haga" que tan arraigado ha estado en el pensamiento vaticano.

Lo que es intolerable es que Rouco y compañía se conviertan en el ariete de un Partido Popular de ultraderecha anatemizando a millones de católicos en este país cuya fe nunca les ha impedido ejercer el derecho constitucional de votar a quien le ha dado la real gana, sin tener que acudir de urgencia al confesionario después de visitar su colegio electoral . Ni los ciudadanos nos merecemos este Partido Popular que no tiene límites ni los cristianos nos merecemos esta jerarquía antigua y preconciliar que vuelve a soñar con el nacionalcatolicismo de funesto recuerdo para este país. Yo me pregunto ¿sueña Rouco con llevar bajo palio a Rajoy? ¿Aznar se lo consentiría?

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